miércoles, 22 de abril de 2009

Recorriendo las playas de Colonia, mi 2º día...


Capitulo 2.

No se que hora es y me encuentro muy feliz. Acabo de toparme con una persona muy buena onda que en mis espectativas queria encontrarme y a pesar de que fue un encuentro fugaz, yo deseaba tener contacto con alguien de sentimientos parecidos a los mios. Un litro de cerveza "Pilsen" y conduzco la bici como puedo, la sonrisa brilla en mi cara. Me siento especial y por primera vez me siento segura y se quien soy... me quiero por estos setos paisajes. Soy libre como cyalquier pájaro, liberada como un árbol en una plaza fantasma de pueblo, donde solo escucho el sonido de alguna hamaca vieja.


El sol sobre mi calma el insondable frio que senti hace instantes almorzando a orillas del rio.
Tengo ganas de llorar por esta alegria inmensa que me esta regalando la vida... y prendo un cigarrillo, tranquila, nunca antes tan relajada y planeo mi proxima parada; aun es temprano y presciento que me queda tanto!
Ya esta atardeciendo, yo en la desierta playa, viendo como cae el sol alla en el horizonte. Casi no tengo palabras para expresar lo que pasa adentro mio. Me siento completa.
Arranque mi dia muy temprano y sin tener algo planeado comenze a recorrer con mi bici las playas tan solitarias como yo, y resalto lo hermoso e inspirador que fue caminarlas descalza, sin tener nocion del tiempo, tan solo disfrutando ese preciado momento. Junto al sol, mi bicicleta, mi tambor nuevo, y un viejo perro solitario que habitaba estas playas buscando algun humano para jugar. Entonces se me presentaba con una madera en la boca insistiendome a tirarsela; y junto a este viejo perro ya amigo, (seguro reencarnado en una hermosa alma), vivi una escena bien de pelicula, donde el protagonista sale a caminar con su perro feliz por la playa...
Ahora ya es de noche y no tengo ganas de ir a una fiesta Reggae que me invito Marcelo, el chico del parador, porque no vine a buscar salidas nocturnas, pues mi viaje tiene el fin de la "transformacion y libertad". Eso de caminar sin rumbo y sentirme bien conmigo, en esta soledad que me dispuse a vivir.


Y ahora me duele todo el cuerpo, vestigios de mi falta de deporte, acostumbrada lamentablemente, a una vida completamente sedentaria. Tengo algun que otro moretón y los pies seguro los olvide en algun paraje. Me arde la cara, es que el sol me golpeo sin darme cuenta y mis ojos a esta altura me dicen que estan cansados...

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