viernes, 27 de noviembre de 2009

Revolución interior


Existe. Ardiente el fuego dentro de él. Un espejo y esa mano que le golpea el pecho y que quiere salir. Desgarrar con la fuerza de un guerrero, y con el puñal dispuesto a sangrar, esas cosas que le hacen tanto mal. Esas peligrosas murallas de piedras milenarias que con severa disposición construyó en tiempos remotos. En tiempos bélicos de camuflaje...

Pero en este combate, no lucha contra grandes cabecillas de tropas inteligentes, tampoco por porciones de tierra, mucho menos por recursos naturales. En esta guerra esta queriendo derribar, con ansias de libertad, “su propio imperio”. Batallar en el silencio de esos bastos territorios, cualquier obstáculo que no lo deje avanzar hasta el lugar que quiere conquistar.

A pesar de amenazas, esta cruel batalla no se fundamenta en estrategias; no hay armas, ni granadas, ni armamento posible más que la fuerza, y el valor...

- ¡Abran trincheras, alcen los misiles!, se veía al tosco adversario a través del reflejo-espejo, querer atacar.

Una guerra nunca es fácil, pero al momento del enfrentamiento todo resulta más pesado cuando se trata de uno mismo, ese enemigo tan duro e implacable a veces imposible dominar... Pero este hombre de la guerrilla esta dispuesto a perseguir su verdad , y es así que avanza, y se vé, a través del reflejo del espejo, avanzar por nuevos senderos, libres de minas, pero con posibles nieblas amanecidas... Entonces sigue caminando para llegar a su objetivo, cauteloso, con los ojos abiertos a trampas enemigas, a pesar que en tan extenso panorama se sienta un poco perdido.

Y después de tanto andar, por lo lejos divisó el imperio a través de su reflejo y se encontró frente a frente consigo mismo. Su enemigo cayó arrodillado y vencido, clavando su espada acartonada en tierra. Y el guerrero exclamó entre sollozos y melancolía:

- Hasta aquí llegue, por fín te alcancé.

Y quién fue su oponente en todo este tiempo le exclamó:

- Combatiste emocionalmente con vos mismo, pensaste que yo era tu enemigo, y ahora te ves... Acá llorando, pero gotas que son felicidad, frente a tu reflejo... tu espejo. Peleaste para liberar la opresión de la dificultosa senda de SER y de la lucha.

- A fin de cuentas sabrás de que todo tu combate se trató de un acto de entrega, por amor, sobre todo: "a tu libertad".

***
Oh, bendito tiempo de revolución interior!

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