sábado, 21 de noviembre de 2009

Cátedra para maldecir

Tan necesario como el agua es para el ser humano, de vez en cuando mirar alto al cielo y desprender a mansalva una descarga aliviadora que maldiga fuertemente a la madre de quién se cruce en ese preciso momento delante de nuestros ojos. Insultar y que la maldición se consuma en el aire, es también sinónimo de sanación...
Si hasta la madre Teresa, la santa mujersuela de Calcuta, se enardecía en maldiciones cada vez que veía un niño enfermo morir. El santo pontífice, supuesto rey angélico para algunos de la humanidad, largaba maldiciones horrorosas, si en el momento del almuerzo su vino no era servido en su preferida copa de oro, de no se de cuántos kilátes, valuada en más de lo que cuesta la dignidad en esa parte lejana del mapa mundial. Allí donde termina el mundo: los pobres, esas almas olvidadas que andan y se mueven como fantasmas vivos, maldicen también la vida en causa justa, por ese castigo infinito de no tener con que alimentarse.
Un deportista en cambio, insulta a muchas cuantas madres porque en el momento de terminar la competencia, algún otro le arrebata la suerte alzando el trofeo hacia lo alto.
Cuanta gente descarga insultos energéticos de ira contenida en el mismo exacto instante, en millones de kilometros o a distancia cercana. Son un gran promedio de puteadores los que al mismo tiempo de la maldición, dan lugar a que la energía producida en forma de basura espacial, caiga y se estrelle en la tierra produciendo una muerte certera en ella.
Por eso creo que se debe descargar estas maldiciones, tan dignas de la bronca, conscientemente.
No insultando al repartidor de pizza, que se retrazo porque quién sabe que problema tuvo en pleno viaje. No maldecir inutilmente porque esperas unos minutos más de la cuenta, en tu ritmo de vida tan apresurado, o porque un débil mosquito busco alimento en tu sangre. No maldecir por cosas tontas. Se trata de ser más calmo y reflexivo, sabiendo que al maldecir mirando el cielo, una muerte recae sobre la tierra...
Ay, pero de vez en cuando es tan sublime maldecir!... Una injusticia, una bronca, un mal día. Se trata del incomprendido arte de putear con sabiduría. Que por el contrario de ser una descarga inútil, pasa a ser algo tan necesario como lo es el agua para el ser humano.
Entónces en ese justo y preciso momento en que sientas la necesidad de la descarga enardecída, piénsalo bien, porque no habrá muerte en el mundo sino una sonrisa que se pinta. Por todo esto, hay que saber putear en el momento precíso. Algo tan aliviante, tan energético, no se puede desaprovechar...
La puta madre que descarga frenetica divina!

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