viernes, 30 de octubre de 2009

La Frida que me inspira


Un cuerpo desnudo de lunas recorre la apacible noche mexicana para recomponerse de tedios pesados años y reencontrarse consigo en cada galope que ejerce el caballo debajo de sus piernas, oxidadas láminas de metal que cuelgan de la montura y arremeten sobre el lomo del animal inquieto.
Y corre, corre por los verdes campos y ella salta, tratando de su obstinada pasión elevarla hacia la estrella que la espera fuera de la constelación, que arriba de sus cabellos enredados por la velocidad, la cubre en un triangulo de agonía.
Se encontrará más allá del paisaje, con esa sensación que busca desde tiempos de semilla en plena germinación dentro del vientre del mundo, donde era dueña de un cuerpo despojado, libre y rebalsarte de expresión y movimiento, y que eternamente cabalgaría a manjar.
La tierra de sus sueños, quien fue su dulce partera en el momento en que este cuerpo desnudo salio a la vida; la toma por los brazos, la eleva contra su pecho de madre universal y de su glandula se vierte y le convida la bebida de la vida, la bebida del dolor, de la pasión enardecida.
La luna pronto genera una aureola transparente que la rodea y le da una sensación a la alta noche de muerte.

(Relato basado en mi obra preferida: "Autorretrato en la frontera entre el abrazo de amor del universo, la Tierra México, yo, Diego y el señor Xólotl" - 1949- Frida Kahlo)

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