sábado, 10 de octubre de 2009

Un jardín que me invita a los sueños


No sé si aquí pueda conseguir explicar esta sensación de paz que me da este gran jardín de mi alegría. Miles de mezclas placenteras a mis sentidos que colorean mi alma. Observar los pastos mecerse por la suave brisa de Septiembre, un mes definitivo, donde la pesadumbre del invierno nos brinda sus ultimos dias de furia contenida. Y veo algunas abejas posar sin escrúpulos en flores que se confunden con piedras preciosas. Un colibrí pintado de sueños, desciende de aquel arbol que me vigila desde lo alto, el cual tiene cables fusibles que se cruzan entre ellos, y sus extensas ramificaciones se funden en sobrecargas a mis ojos; eléctricos mis sentidos y me elevan hacia mi paraíso sagrado. Las magestuosas copas de los árboles me alejan del corazón de la ciudad. Y trepando a sus espiraladas ramas puedo llegar al cielo haciendo combustion. Descanzo tendida sobre el pasto, y dos enredaderas que emergen de un arbusto cercano me estiran de piés a cabeza, y me vuelvo gigante. Una diminuta araña, casi inperceptible, se posa sobre mi brazo queriendome asustar. Pero no lo logra, porque me he vuelto tan inmensa como el mismo cielo.

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