lunes, 10 de agosto de 2009

Salvaje

Salvaje como el viento, y arisca, y triste a veces como un rezo a la muerte, y otras veces dichosa, y transparente, y otras veces turbia como esos charcos donde nadie bebe. Naranja salvaje, verde agria, y otras veces dulce, roja por dentro como tal vez fueran algunas de las que rezuman en el monte y nadie prueba. Salvaje, como mi cabello de batalla de insomnio, como mis uñas mordidas como mis cejas rebeldes, y otra vez tierna con la voz ausente. Salvaje, como la garra en la que estrujaría mi corazón cuando se encierra en víscera. como la despavorida coraza de la selva. Como el tigre en disentida mancha tras la presa. Como el asombro de Adán ante el rostro espiral de la tormenta. Como mi deseo si alguna vez se despertara y no hallara la multitud en torno. Como el gozo que entrecierra mis ojos y abre las puertas de mi grito de par en par. Como el dolor que me atraviesa con sus crines mordidas por el fuego. Con el infinito miedo de mis noches poblándose de monstruos. Como mi impulso frenético de golpear o o besar, y a veces recogida como un murmullo al sol, y a veces abandonada y a veces abandonada y quieta como la certeza del amor, y silenciosa, como la alcoba de mis horas entreabriendo furtiva a la sorpresa. Salvaje como mi audacia, y otras veces miedosa y tímida y cubierta, y otras veces con la impudicia latiendo a flor de ropa. Salvaje deshaciéndome de mí misma, y aullando y resonándome despedazada y estremecida y tensa entre el lino dormido de las sábanas. Fruta roída, y otras veces intacta, semilla, pulpa, zumo, toda guardándome para la augusta nada. Naranja salvaje, verde, agria, con dolor de colores en la cáscara, y algunas veces dulce, increíble y algunas veces, cuando nadie me prueba, miel y lágrima.

M. Swann

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