Una señora sueña que acaba de acostarse en su dormitorio. De pronto la ventana se abre violentamente y un negro musculoso entra en el cuarto. Está desnudo y exhibe un miembro enorme en plena erección.
- Socorro!- grita la dama-. Dios mío, ¿qué me va a suceder?
El negro le responde dulcemente:
- No lo sé señora. ¡No soy yo el que sueña, sino usted!
- Socorro!- grita la dama-. Dios mío, ¿qué me va a suceder?
El negro le responde dulcemente:
- No lo sé señora. ¡No soy yo el que sueña, sino usted!
La Realidad, primero, podemos interpretarla como un sueño. Luego podemos continuar soñandola en el sentido que le hemos encontrado. Y por fín conducirnos en ella como lo hacemos en un sueño lúcido: con desprendimiento y consciencia, logrando introducir actos que transformen positivamente lo que acontece. Si cambiamos nuestros pensamientos, cambiamos el mundo.
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