martes, 2 de marzo de 2010

Lazo umbilical al mundo

Pero a veces he llegado a estar tan cerca del centro, del núcleo de la confusión, que me asombraba de que no explotara todo a mi alrededor… Todo el caos podría juntarse en la cabeza de un alfiler pero el yo, microscópico al comienzo, crece hasta convertirse en un universo desde cualquier punto del espacio. Solos dos platos en el menú: el yo y el no yo. Y una eternidad para elaborarlo. En esa eternidad que no tiene nada que ver con el tiempo ni con el espacio hay interludios en que se produce algo así como un deshielo. La forma del yo se descompone, pero el yo, como el clima, permanece. Veo a mi alrededor… No hay forma, ni imagen, ni arquitectura, sólo vueltas concéntricas. Soy la flecha de la sustancialidad del sueño. Verifico volando. Anulo dejándome caer a la Tierra…

**Henry Miller**

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