domingo, 12 de septiembre de 2010

El poder del abrazo


Me encontraba esta tarde en el parque como todos los fines de semana, siempre y cuando el clima me de permiso. Hoy hacía mucho, demasiado frío para estar parada al aire libre esperando que la suerte de vendedora caiga en forma de rayo sobre mí.
El frío me agarró de imprevisto, pensaba que la primavera estaba cada vez mas cerca y los pulloveres y tapados ya estaban para ser archivados hasta el año que viene, pero me equivoqué y a forma de consuelo me afirmaba el hecho de haber pasado un duro invierno con temperaturas más heladas respecto a la de hoy. Pero esta vez también me jugaba una mala pasada ya que el ciclo femenino estaba haciendo estragos en mi organismo, y se revelaba en mi cara empalidecida y ojerosa. Mi cuerpo con cada ráfaga de viento sur tiritaba, pero supe sobrellevarlo gracias a las charlas y risas con algunas vecinas del lugar. Sólo me quedaba aguantar unas horas más y pensar en el preciado momento en que llegaría a mi casa y me pondría cerca de la estufa que me abrigaría otra vez los huesos, bebiendo una taza caliente de leche con alguna que otra galleta para ser devorada como manjar... Pero aún me faltaba aguantar un poco más, quizás alla sido de los últimos escalofríos de la temporada que me quedaban por vivir.
Pero de este domingo nublado de un cielo gris apagado, surgió en un instante, un sol que derritió la escarcha de todos los feriantes. Era una mujer muy vital, que realmente me pareció que brillaba, que despedía de su ropa blanca y su sonrisa despejada y natural, la completa alegría. Y la veía caminar con su paso de agua, rozando apenas el piso en su animada marcha, regalando abrazos en su paseo por el parque. Pidiendolos y ofreciendolos de todo corazón. Esta vez sin carteles que auspician lo que regala gratuitamente, sino diciéndolo a viva voz a medida que sus pasos la hacían elevar más... esa mujer no pesaba, era como un globo luminoso que se elevaba por sobre todas las personas.
Y llego a nuestro sector, y si no hubiese llegado, sin dudar la hubiese alcanzado para obtener ese abrazo que ofrecía. Y me llegó, en una semana tan especial, como si hubiese venido a mi encuentro, como si la vida la hubiese mandado para hacerme acordar de las conexiones maravillosas que estoy viviendo en este tiempo. Para sentir y afirmar y gritarle al mundo que un simple abrazo te puede crear un nuevo universo interno. Que es el regalo más puro y real que te pueden brindar. Es apertura, encuentro, transmisión... un vuelo autentico al plano del amor.

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