jueves, 22 de julio de 2010

La ausencia, una joya poco conocida del cine de arte

Titulo Original: "L´absence" en Frances o "La ausencia" en Español.
Año: 1993
Sinopsis:

Cuatro personas, un viejo, una joven, un soldado y un jugador caminan por una topografia fantástica a traves del tiempo y de los continentes. De género inclasificable, a caballo entre lo surrealista, lo misterioso, lo poético, lo fantástico y lo espiritual, los cuatro viajeros tratan de llegar a un lugar que supuestamente existe, pero que tal vez está en el interior de cada uno...

Frases de la película:

(...) Nadie anda con el paso de uno que tiene tiempo. Pobre tierra, festina lente. Si tienes prisa, apresúrate de un modo sosegado. Debería darnos vergüenza, es domingo y ninguno de nosotros se ve en la calma del domingo. Silencio significa solo esto. Ahora mismo el mounstro dormita. De un momento a otro va a estallar de nuevo el tumulto. Hasta tal punto, que el canto de los grillos, de noche, lo confundo con el espesor con que regáis el césped. Los que hacen ruido!, los blasfemos de hoy! Condenados. Que irreal es todo esto. Estamos condenados a la irrealidad. A eso nos vemos reducidos en este mundo.


(...) Viejo peregrino hacia el vacío, mi vida contigo fue pensar contigo. La comunión ha llegado a tal perfección, que no me moveré de este cuarto, en el que andarás. La maleza confortara vuestro corazón. El silencio purificara vuestros pensamientos. Siempre llegareis a alguna parte, y a ninguna en definitiva. Pero un día, estaré allí, pues conozco tu camino, y celebraremos tu llegada.


(...) Más por viejo que sea, aun puedo decir: siento añoranza por partir, por echar a andar. Tal vez todavía hay lugares, no en el sur, no en el oeste. Lugares donde alguna vez hubo algo, y ahora ya no hay nada. Ni siquiera ruinas, ni siquiera un pequeño fragmento de algo. Ni siquiera una extraña coloración en la tierra, que solo se ve desde el avión. Aquellos lugares vacíos, lejos de nosotros los que estamos aquí. A los que solo se llegaba con fatiga, aburrimiento, privaciones y peligros… esto es lo que estoy viendo ahora. Estoy viendo una tierra, una tierra nueva. En la que tiene lugar una purificación general.


(...) Creo que me he perdido. Mi mujer tiene razón cuando dice: “a principio siempre por regla general te pierdes. Perderte una vez al día es lo tuyo”.

(...) En el agua, nadando, todo parece estar mas cerca. Sin el agua, mi cabeza estallaría. Si no fuera por el agua, creo que te mataría. Quedémosnos un rato más...
- No, sigamos… no es aquí. En mi vida siempre que llegaba a uno de estos lugares ideales, he sabido una cosa… aquí no te puedes quedar. Para mi tendría algo de inquietante. En lugar de decir, volvete atrás, se acerca el reino de los cielos; me decía a mí mismo. Sigue, se acerca el reino de la muerte. Adelante, vámonos.

(...) No te adoraba sin más, cuando estabas en el púlpito del paraninfo. Te deseaba. Algo me atraía, me impelía hacia ti. Quería traspasar tu bata gris de hospital. Tu cuerpo, en su abandono, me excitaba. Estaba seguro de que si llegaba a fundirme contigo, sentiría el mismo ardor en tu interior. Solo ardor. Si, sentir tu cuerpo, el tuyo, el de una loca, el cuerpo de los cuerpos. La lasciva demencia de tu postura. Las piernas separadas, una mano en la cadera, me llevaban a ti. Y por un momento, como si notaras lo que ocurría, me miraste. Pero te fuiste, obligándome a buscarte. Pero no se buscar. Soy jugador y no se buscar. Solo me emociono si lo tengo cerca. Estas loca como antes. No te asustan tus desvaríos, te enloquecen. Siempre que te recogían, ibas desnuda bajo el vestido. Una vez vi a una ninfa. Desnuda. Esculpida en el mármol más blanco. Y por la grieta de sus nalgas, desparecía estando ella erguida, una veta roja.


(...) Hay que intentar que el día que llega sea mejor que el día que se fue. Mientras estemos en camino… Escuchad...Escuchad...Escuchad...Escuchad…Venga! Adelante! Sigamos! Y vasta ya de ir en coche. Andar, solo andar. Hay que andar. Llegar, solo he llegado andando. Nunca en coche. Andar. Golpear la tierra con la suela de los zapatos. Regular los latidos del corazón. Limpiarse los ojos. Nunca me he apropiado de un mundo moviéndome sobre ruedas. Solo yendo a pié. Y andando, andando, andando; vienen a mi encuentro las cosas del mundo. Acontecían, se narraban. Y esto era la historia, el modelo. La meta. Andando, andando, andando. Así ha bajado la luz del padre cielo. Airear la tierra andando. Hacer que lo azul azulee, que el verde verdezca, que el marrón luzca, que el gris florezca. Si! Andar para mí ha sido hacerlo todo. El andar me ha hecho. Andar, andar, andar. Andar en paz.


(...) Esta piedra Romana que esta aquí, es el mojón, la ultima cena. El dios del sol, el invicto. Después de esta, ya no hay ninguna señal en todo el país. El que entre en el, va a depender de toda su propia fe. En este estado de abandono, aquí, desde esta piedra hasta el horizonte, cada uno de nosotros, solo podrá afirmarse a sí mismo, sacando de sí mismo su propia esfera. De este modo, ahora, en este gran estado de abandono, nuestro estar en camino, será un peregrinar hacia la esfera de cada uno. Con esta meta: encontrar en uno mismo, haciéndolo salir de uno mismo, lo que esta esfera es. Y encontrar si existe tal esfera… sea lo que fuere, adelante. Pongámonos en camino. Entremos en el país.


(...) Existencias del ruido. Ultimaba el valor. Los peores valores que existen. Los que exterminan el ultimo silencio de la tierra. Desvergonzadamente repentinos. ¡Bestias! Está ya en todas partes. Desaparece de mi tierra. Soberanos del tiempo y de la bronca. El silencio ya no existe. El pensamiento divino ya no existe. Las últimas burbujas de silencio, las pocas que quedan, habrán estallado cuando termine este siglo. Desde ahora, incluso aquí, el país de mi corazón, tendrá que estar en el exilio. Esta bien así. Exiliado en todas partes. Adelante, sigamos.

(...) ¿Por qué cantas? – quizás por miedo, por hastío.
¿Para que cantas ahora? – para probarme que tengo tiempo.
¿Por qué cantas ahora? – para reconciliarme conmigo mismo.

(...) Hoy he pasado el día entre los cuadros de mi padre. Te añoro, padre. Como a aquel que desdeña mi dolor y es todo mesura. Como una mano en mi cabeza en sueños. Como un olor. De tanto añorarte me volveré ciego. Esgrimiré un cuchillo, gritaré: padre!, aparece!


(...) El silencio, yo vi. En silencio, estoy aquí. El silencio, yo soy. Hacia el silencio, solo silencio. Donde estas silencio. Silencio. Siempre fuiste bueno conmigo, silencio. Contigo, podía siempre ser niño, silencio. Vine al mundo solo por ti, silencio. Me hice oír solo en ti, silencio. Solo me deje instruir por ti, silencio. Veo a los hombres como hombres, solo por ti, silencio. Pero no es verdad también que el silencio me ha hecho arrogante, irritable, impaciente. Estoy abierto todavía al silencio. Vuelve a ser lo que fuiste para mí, silencio. Abrázame, silencio. Cógeme por debajo de los hombros, silencio. Mándame a callar, silencio. Hazme receptivo, silencio. Receptivo, nada más… silencio. Te estoy llamando a gritos, silencio. Por encima de todo tú, silencio. Silencio. Tu eres la fuente de las imágenes, silencio. La gran imagen… silencio. Madre de la fantasía.


(...) Pero nosotros, nunca hemos aprendido a buscar. Esperar, buscar…solo son palabras para nosotros.
¿Qué buscas aquí? ¿Qué esperas?... Pero seguiremos buscando. Quizás el anciano nos engañe y se engañe a si mismo, al huir de la historia y al tomar el camino de la geografía, en vez de ser el cronista del jardín de esta estación. Quizás ya no exista dirección en el mundo. ¿A dónde ir? ¿Adonde? Sigamos la última dirección. ¡Busquemos!

(...) Los despreciables no son quienes nunca soñaron, sino quienes renunciaron a su sueño. Quienes lo denunciaron y siguen denunciándolo día a día. La infidelidad actual, ¿queremos ser parte de ella? Vamos, en marcha. Además, todos tenemos tiempo. Dejemos decir a los que nos miran buscar: “fíjate, estos tienen tiempo”. En marcha, vayamos a buscar.

(...) Quien era el para mí? ¿Quién era? ¿me ayudo alguna vez? Nunca. Creía explorar caminos para ambos, pero solo caminaba para el. Cuando me pedía unirme a el, el camino era tan estrecho o tan frecuentado que debía andar tras el. Y el viento, siempre en contra. Y la lluvia, tanta.

(...) Siempre se perdía. Era la llaga abierta de mi dolor. No es posible ni es real vivir en el silencio. Volvía de sus peregrinaciones cada vez más solitario, cerrado, inaccesible. Y yo convertía el silencio en angustia. El lo aprovechaba para encerrarse en su orgullo. El deseaba orgullosas y silenciosas aventuras, yo deseaba con fervor ruidosas aventuras. Iba a respirar la ausencia en los confines de Europa. La gente se burlaba de el. ¡Cuánto me hubiera gustado burlarme!

(...) Se equivoco con tanto andar. Ya no hay bellas marchas, perdió la apuesta. Aunque su juego no fuera falso, ya no valía en esta época. ¿Pero quien sabe? Estaba entusiasmado, eso si, ¿pero con que? Con nada. Encima era su ideal. Extraño esposo. Extraño individuo. Al volver de sus fugas, de sus ausencias, esperaba un reconocimiento por mi parte. Reconocimiento, alegría, ¡aun más amor!

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