jueves, 22 de abril de 2010

Yo Jacinta, Yo Manola, Yo Juana

Un cuento corto

Jacinta tiene un pico de fiebre y desconoce los motivos de su habitual neurosis. Tuvo una semana dura donde si se cruzaba con uno de los últimos mosquitos de la temporada y lo oía zumbar cerca de su oreja, ella de repente se desequilibraba, tomando el aerosol como arma infalible para los susodichos y aprentando el gatillo victoriosa, volvía a su eje central... Jacinta está nerviosa, se siente perturbada, como si su casa fuese una prisión y su propio ojo la estuviese observando a todo momento desde cualquier dirección en la que se moviese. Por eso es que a Jacinta, cada dos por tres, le sube desde los piés, una corriente líquida compuesta de átomos envenenados que le recorre todo el cuerpo, para alojarse finalmente en su materia cerebral y ahí es cuando la razón desaparece y dice no reconocerce en el extraño y alienado papel que la manipula como a una marioneta del terror.

La pequeña Jacinta necesita salir a caminar despreocupadamente, con las manos en los bolsillos de su abrigo y hacia algún rumbo que la ponga felíz. Anteriormente le gustaba salir por las mañanas a alimentar los gatos del Botánico, y luego tomar rescostada sobre el pasto del jardín un poco de sol, que no es como cualquier otro sol, pues sentía que allí su cuerpo brillaba de otra manera. Además, Jacinta se pone felíz cuando se encuentra con Manola: ella es su fiel compañera que conoció en uno de sus viajes.

Manola, proveniente de un lugar en el mundo por el que Jacinta siente amor, es una apasionada Sevillana que con su tono rítmico de voz, y con su fatal y excéntrica presencia, sirve a Jacinta como suero y hace correr alimento por las venas de la muchacha. Manola es una de esas mujeres que lleva la dicha de la vida a flor de piel, y logra ensamblar a la perfección, lo grotesco con lo sensual, cosa que a Jacinta generalmente la calma y la hace sonreir. Y a pesar de los brotes esquizoídes que arremeten con frecuencia a Jacinta, Manola jamás temió de esos catastróficos ataques repentinos y en tan poco tiempo de amistad, supo generar la medicina para sacarla de tal compleja reiteración.

Manola disfruta cuando se entrega de manera viceral al arte y la comedia. También se desenvuelve de manera maravillosa dentro del mundo de la música, y en esos espacios es cuando se siente libre. Es una artista que disfruta y se entrega a cada momento de la vida y son pocas las veces en que se la pueda ver mal, y si llega al punto de la tristeza, es su amiga Juana Calamída, quién ayuda a Manola para revertir ese posible mal, en alegría.
Cuando Manola y Juana están juntas se respira un aire que es exquisito. Se suben al escenario de la vida y comienzan a hacer lo que más disfrutan que es crear, jugar y vibrar. Jacinta se sienta en primera fila para cada uno de sus espectáculos y siguiendo una estricta rutina se acomoda en la butaca de manera firme, con la espalda tensa, como sus gestos comprimidos del rostro; y con sus brazos apoyados inmoviles sobre su asiento, mintiéndose a sí misma, que si se relaja, todo detalle de la obra se le escapa de su atención.

Juana Calamída en uno de sus papeles actorales, interpreta de manera extraordinaria a Jacinta, ridiculizando sus trances neuróticos de forma amena, desde su punto de vista más burlesco; y ella desde abajo, se comienza a reir a duras carcajadas de tal interpretación, al verse reflejada através de un espejo actoral, y entonces relaja de una vez por todas sus duras muecas y su cuerpo se mueve de un lado al otro sobre la butaca.
Al ver semajante expresión de contento en su aprisionada amiga, las artistas le giñan los ojos con complicidad a la entonces divertida Jacinta y la obra continua a aplausos y risas con una gran devolución proveniente de las pocas personas que se encontraban en la sala...
Y termina el espectáculo sobre las tablas, pero las artistas siguen siendo iguales por la vida. Y Jacinta sabe que necesita de Manola o de Juana Calamída, cuando esa adrenalína que perfectamente llama la sin razón, le sube por el trayecto, ya a la altura de las rodillas...

Juana ayuda a Jacinta y se divierte con Manola.
Jacinta se relaja y se siente comprendida por sus amigas.
Y Manola se siente dichosa de estar compartiendo su felicidad con la neurótica y frágil Jacinta, y ensamblada con su complemento, la señorita Juana Calamída.
Y así pasan sus días, colaborando en un proyecto que las amalgama a las tres amigas, para que una dosis de bienestar se haga fusión entre tanto sano delirio.

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