viernes, 18 de septiembre de 2009

Desde lo alto de la puna se escribe una historia...


Es de noche y en este lugar, hay demasiado ruido para mi gusto. Me pongo mi saco verde de lana, cierro los ojos y me tomo el primer tren con destino a la paz. Veo unos cuantos hermanos pasar, tambaleando en su andar, mascando coca sin parar, y yo junto a ellos soy parte del ritual.

Tambores, quena, zampoñas y charangos y en medio de una danza comienzo a mutar.
Me transformo en dragón, escupo chicha, vomito locro y escapan de forma abismal espíritus de mi boca, que en ese momento es fuego.
Me busca un aventurero transformado en llama, nos estrechamos en un abrazo, mientras sonidos espirituales aumentan el danzar.
Y como cóndores que vigilan desde las montañas, seguimos bailando hasta sangrar los talones, plegarias de los ancestros. Pincelo el cielo oscuro con colores y la luna goza amarilla.
Todos los brazos se entrelazan como enredaderas y transformados en animales, flotamos por sobre la multitud. Y en nuestra sangre se escribe el testamento de la tierra. La magia ya es parte de mí.

Acaso no sabían que en el altiplano la vida sabe mejor...

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