jueves, 27 de mayo de 2010

Mi primer duende en masilla parsec


Un ser creado de la fantasía, mezcla de duende y león, que un día fue humano. Aquí su respectiva leyenda:

Cuenta la leyenda que un hombre se había instalado a vivir por los bosques del sur Argentino. Era un hombre que se caracterizaba por su temperamento de melancolía, y había escapado del infierno que le generaba la ciudad, para recluirse por aquellos lugares sureños para encontrarse con su bienestar, asegurando que por esos bellos paisajes, podría ser felíz. Sus tiempos anteriores de vida poco le habían dejado, ya que sumido en la rutina y sin nadie que lo protegiera, se sentía solo en el mundo... Así fue como un día cansado de sus miedos recurrentes, pensó que por entre los alerces estaría su nuevo habitad. Entonces emprendió viaje hacia ese mágico lugar, comenzó a perderse entre tanta espesura y recogiendo troncos por todas las inmediaciones, de a poco y a fuerza de deseo se armó su casa que lo protegería hasta que algún día de viejo, el fín se lo llevase. Así fueron pasando sus primeros años, y su equilibrio iba creciendo con cada puro amanacer de bosque, pero había algo que aún le faltaba a este hombre, y era alguien con quién compartir su armonía y su ser; entonces transcurrían los días y así como ciertas cosas en su nueva vida se construían, como en un yin yang biológico, a la vez su espíritu de a poco decaía. Sabía que habia estado sólo en la ciudad y también lo estaría en ese bosque. Su vaso interior seguía sin llenarse, sabiendo que para alcanzar la dicha necesitaba también de un otro, y en ese vergel que tanto soñó, su destino aún era la soledad... Entonces este hombre comenzó a abandonar sus hábitos de pintura, de lectura y ni siquiera salía a caminar por el bosque. Todas las cosas que le hacían bien, pronto las fue reemplazando por la nada misma, sólo dormía... quería que la noche por fín se apodere de su cuerpo y lo lleve eternamente. Pero hubo un día en que cambió todo cuando fueron unas risas que de lejos se oían y lo despertaron. Apresurado se levanto de la cama, encendió su farola como pudo y al dar su primer paso para ver que ocurría allí afuera, tropieza y cae al suelo emitiendo entre tanto silencio un terrible estruendo. Al recobrar la conciencia, de a poco fue abriendo sus ojos y de repente volvió a sentir aquellos viejos miedos que hacía mucho tiempo no le volvían. Eran como veinte pequeños y extrañisimos seres que lo observaban de muy cerca. Algunos simpáticos reían a carcajadas mientras que algunos otros lo miraban fijo, todos parecían muy amigables; y fue en ese momento en que el hombre, que aún permanecía en el suelo, se le fue el miedo por completo y lo invadió en el cuerpo una extraordinaria alegría, ya que por sorpresa, convertido en un ser de leyenda, mezcla de duende aventurero y león decidido, al parecer nunca más volvería a sentirse solo en la vida.

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