jueves, 5 de mayo de 2011

Gypsy Caravan

"Pienso que tengo muchas cosas para ser una Gitanilla"...
(Fragmento extraido)

Los gitanos en Caravana, no poseían nada y lo tenían todo: aire, fuego, libertad, familia. Yo los miraba desde casa y ardía por estar entre ellos, por caminar descalzo sin pincharme en los pies, y pensé toda la vida que no se morían nunca, que jamás les invadía la tristeza. Todo les era útil y a mí me entusiasmaba observar cómo entraban tantas cosas en aquella carreta destartalada que servía de vehículo, de casa, de techo, de alacena.
A ellos les gustaban los muebles rotos, los aparatos estropeados, las piezas que sobraban de las obras, la masilla. Y luego, construían artefactos rarísimos, inventos para detectar la dirección del viento o la altura del sol o la duración, a su manera, de los meses, que para ellos, como el lunes y el martes y las horas voraces y el calendario, carecían de prisas e importancia.
Eran libres. Como una estación con linaje muy propio, al margen del espacio. Dependían del clima, de la sombra, de los arroyos, de la naturaleza, en general, y de las brasas. Y no necesitaban gobernantes ni médicos. La salud la heredaban del aire puro, del paisaje... de ser independientes, soberanos; de cambiar de lugar cuando no estaban cómodos o sentían acaso el peso de la rutina, de huir sin ataduras ni remordimientos, pues con ellos erraba todo lo que era suyo, muy suyo, el perro, la familia, los burros y cuantos artilugios cabían en la caravana.

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