lunes, 4 de octubre de 2010

Compartiendo una tarde junto a Juana

Juana, todos los días me acuerdo cuando pase por donde vivís, en tu incógnita localidad a la que se accede con una misteriosa clave, y andaba por tu silenciosa calle cabalgando mi bicicleta de mimbre y eran las 11 de la mañana aproximadamente en los primeros días de Diciembre, y te vi barriendo la vereda porque recién habías cortado los excesos de tu ligustrina que rodea la entrada de tu casa, y entonces frené despacito y te salude cordialmente con un agitar de mano contenta y me felicitaste por el vestido que llevaba puesto, zurcido de pachword realizado artesanalmente por mi abuela. Entonces nos sonreímos y sentimos una sonda vibratoria de frecuencia cálida pero a la vez profunda y me invitaste a tomar un té de hierbas con galletas de pasas que vos misma cocinaste temprano a la mañana, y entonces merendamos bajo la sombra de un árbol que tenes en tu calido hogar, mientras que un vaho olor a experimentación se mezclaba con el fresco olor a tu plantación de lirios y el cantar de los pájaros... recuerdo las muchas especies de pájaros que dichosos te visitaban... y luego nuestras charlas rozando el sinsentido existencial, palabras sueltas como crisantemo y cielo que nos dejaban pensando, prosas y emoción y el silencio que también reinaba en la suave tarde y nos envolvía. El tiempo nos abrazaba y pude ver al sol introvertido esconderse hacia donde estábamos, yo sentada en el piso resbaloso del estudio de grabación que tenes en un rincón de tu casa, con los cerramientos despejados que te permiten conectarte aún adentro entre tantos cables con la belleza de tu jardín y en trance oí tus cantos, los sonidos que se fabrican en tus entrañas, verte como mientras te metes en tus instrumentos y equipos, te perdes, y no estas mas acá en este lugar, y te fuíste, y tu voz nos lleva y nos encuentra en otra dimensión de sueños. Y yo magnetizada bajo ese desplazamiento del ambiente, que escondía tras sus velos un día en el que hipnotizada y encantada, paseando despreocupadamente en mi bici de mimbre perdida por la ciudad, compartí un inolvidable momento con la magía de la gran artista Juana Molina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario