sábado, 5 de diciembre de 2009

LLuvia


Hoy llueve mucho, mucho, y pareciera que estan lavando el mundo.
Mi vecino de al lado mira la lluvia y piensa escribir una carta de amor.
Una carta a la mujer que vive con él, y le cocina, y le lava la ropa,
y hace el amor con él y se parece a su sombra.
Mi vecino nunca le dice palabras de amor a la mujer...
Entra a la casa por la ventana y no por la puerta.
Por una puerta se entra a muchos sitios:
al trabajo, al cuartel, a la cárcel, a todos los edificios del mundo,
pero no al mundo, ni a una mujer, ni al alma;
es decir, a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así,
como hoy que llueve mucho, y me cuesta escribir la palabra amor...
Porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa,
y sólo el alma sabe donde las dos se encuentran, y cuando, y como...
Pero el alma que puede explicar!
Por eso mi vecino tiene tormentas en la boca,
palabras que naufragan, palabras que no saben que hay sol,
porque nacen y mueren, la misma noche en que amó,
y dejan cartas en el pensamiento que el nunca escribirá.
Como el silencio que hay entre dos rosas,
o como yo, que escribo palabras para volver a mi vecino,
que mira la lluvia, a la lluvia...
A mi corazón desterrado.

(Juan Gelman)

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